lunes, 30 de agosto de 2010

Armagedón en el SNT

Ilustración: Daniel Arzamendia

Basado hiperbólicamente en una anécdota posteada por Sebastián Boesmi en el Facebook®. Cualquier parecido con la realidad es porque todo esto está basado hiperbólicamente en una anécdota posteada por Sebastián Boesmi en el Facebook®.

A los nueve años me echaron del set de "EL MUNDO MÁGICO DE BIBI" por cometer el craso error de fondear de golpe un importante sorbo de gaseosa gratis y acompañarlo por un no menos importante trago de un también gratuito yogurt San Loren, dejando totalmente olvidado el paréntesis de tiempo requerido para que el gas de esa bebida inicial haga su salida antes de que ingrese el yogurt. Cuando el gas decidió salir lo hizo de una manera tan violenta que por un segundo pensé que me moría a los nueve años ahí mismo frente a mi mamá, mi papá y a todos los que me conocían. El cremoso bollo de resistencia que ese gas encontró y se llevó puesto en su salida de mi más profundo interior, fue una bocanada de yogurt de piña (aunque hay momentos en los que creo que fue durazno).

Todos estos factores al ser sumados equivalieron a una escena salida de El Exorcista (si le restamos el giro de 180º que hacía la freak esa con la cabeza ) en la que por un momento me vuelvo tercera persona, porque recordar esto en primera persona es demasiado doloroso, y LO VEMOS a ese gordito vomitando medio litro de yogurt de durazno o piña en una trayectoria que superaba las posibilidades puestas a mi disposición por el campo gravitatorio uniforme disponible en el Estudio2 del SNT a finales de los ochenta e inclusive, me imagino, hasta hoy día.

Lo más significativamente dañino fue que todos mis escupitajos lácteos fueron a aterrizar sobre el equipo de los Osos y como yo pertenecía al equipo de los Leones mi actitud fue tomada como un claro acto de hostilidad que derivó inmediatamente en una batalla campal que no tenía nada que envidiarle a los combates más sanguinarios post dominicales clásicos de fútbol. Si alguien alguna vez te dice que una bolsa tamaño familiar de YesYes no puede convertirse en una efectiva arma letal, alguien te está mintiendo.

Una vez que las fuerzas del orden del canal lograron controlar aquella épica trifulca braveheartiana, se buscó y casi inmediatamente se localizó al originador de ese inmenso lío que destruyó por completo el set de cartón que simulaba ser una metrópolis de mágica buena onda y el taco de una de las botas de Bibi. Ese incitador según lo capturado por las cámaras 1, 2 y 3 era claramente el gordito con la remera de Alf o sea yo. Las palabras de Bibi (que era como nuestra Xuxa) aún retumban en mi cabeza: “Sáquenle a ese gordo inadaptado de mi set!” Las risas de las Bibitas (que eran como nuestras Paquitas) también hacen eco en mi mente hasta el día de hoy porque estaba en mis planes casarme con dos o tres de ellas, pero bueno, con el tiempo entendí que lo que ocurrió en los ochenta se quedó en los ochenta (aunque algunas estupideces que hice en los noventa me persiguen hasta hoy).

Hoy día creo que Bibi conduce el noticiero o algo similarmente serio. Chau Oricho Yakaré, hola Obama y Calé (sé que forcé esa rima de una manera casi degenerada, está todo bien).

El mundo mágico terminó convirtiéndose en el mundo real y vino acompañado de todas las cosas terribles que ocurren ahí a medida que pasan las 24 horas que separan un vestuario solemne del siguiente vestuario solemne (ya descansan para siempre en roperos de infinita naftalina aquellos coloridos trajes untados en brillantina y las botas blancas de super-heroina). En el mundo real no hay magia. La única "magia" que existe es un par de espejos estratégicamente colocados y un poco de humo. En el mundo real tenes que pagar por tus gaseosas y tus yogures. Si no sabías eso, ahora sabes.

Cada tanto cuando le permito a la nostalgia quedarse más tiempo de lo aconsejable bajo mi sombrero, la fina fibra de la lógica se empieza a deshilachar y empiezo a cuestionarme acerca de esos mundos desaparecidos y de las cosas que quizás sobrevivieron a esos mini armagedones del tiempo.

Me pregunto por ejemplo si Bibi sigue en contacto con algunas de sus Bibitas y si cada tanto se reúnen a tomar el té y comer masitas. Me imaginaba a menudo acercándome a Bibi en el supermercado (o algún otro espacio físico dentro de los marcos de la ley) y haciéndole esa pregunta que sencillamente nunca tendrá respuesta pero teniendo en cuenta que en mi imaginación mando yo, le hacía la pregunta de todas maneras: "Sra.Bibi, finalmente ganaron los Osos…o los Leones?"

Hace poco (y esto que paso a relatar ahora quizás haya sido el detonante de la elaboración de estos párrafos), efectivamente me terminé cruzando con la Señora Bibi en un supermercado, frente al refrigerado sector de lácteos para ser exactos. El momento resulto ser silenciosamente devastador porque si bien estuve a punto de tijerear el anoréxico hilo que separa nuestra imaginación de nuestra realidad, al final no pude. Estaba con mi novia y la cantidad de explicaciones que iba a tener que dar para justificar mi retardo social hicieron que la pregunta sin respuesta no valga la pena.

Bibi siguió su camino y el gordito inadaptado de los ochenta siguió el suyo. Eso sí, y les juro esto por la memoria de todas mis mascotas más queridas, una vez que nos cruzamos Bibi se dio la vuelta por un fugaz segundo y me miró con un gesto que podría ser identificado como uno de reconocimiento e incertidumbre a la vez, de ahí su mirada se traslado a la extensa selección de yogures que estaba al alcance de su mano; colocó en su carrito uno de piña y otro de durazno, se puso en marcha y desapareció a la vuelta de la esquina.


FE DE ERRATAS: El programa realmente se llamaba "El Sueño Mágico de Bibi", pero cuando vino a mi atención aquello ya había terminado de escribir esto y si llegaba a cambiar la palabra "sueño" por "mundo" se me desmoronaba todo ahí mismo.

FE DE ERRATAS 2: Los Osos y los Leones pertenecían a Tito y su Mundo Fantástico. Estaba con mis dudas con respecto a esto mientras escribía, pero la aparición de estos legendarios rivales en esta historia me resultó irresistible. Gracias a Jorge y Diego por el ayuda memorias.

FE DE ERRATAS 3: Hay magia en el mundo real.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Mi primera groupie

Ilustración: Daiana Stanley

She said dim the lights if you want some action
You and me it's animal attraction
-SHE WANTS REVENGE


En mi temprana adolescencia estuve unos muchos kilos por encima del peso ideal que mi edad, altura y las publicidades anoréxicas de Calvin Klein consideraban aceptables. Lo admito de entrada, mi amor por las hamburguesas con queso y tocino eran algo casi carnal, pero me veo obligado a protestar en voz alta ante el apodo que me dio en ese recreo del primer curso el fascista de Ignacio Martínez Martínez (sí, yo también quise entender en su momento porque dos veces el mismo apellido pero no hubo caso).

El apodo que me puso ese pelotudo fue nada más y nada menos que: BUÑUELO, dale reíte todo y después continuo…ya? Sigo.

Se necesita una sola persona para poner un apodo pero la logística involucrada para conseguir que dicho apodo permanezca tatuado en la conciencia colectiva que te circunda ya es otra cosa. Se requiere colaboración, voluntad y espíritu de la gente más próxima a uno: amigos y enemigos a la par. Y no sé cómo pero miren que ese seudónimo de mierda quedó pegado a mi tipo chicle Ploc ochentoso que hasta hoy día sigue inamovible en algún pupitre del siglo 21.

Era robusto en el mal sentido y tenía un apodo que garantizaba mi virginidad perpetua, pero un pequeño gran detalle era este: YO NO ERA NINGÚN BOLUDO (en mi mente por lo menos) y todavía no me quedaba claro si la sed de venganza que había en mi debía ser considerada una virtud, un defecto o las dos cosas al mismo tiempo. Hasta hoy día no lo tengo del todo claro.

Las fotos que empezaron a circular por el colegio de Ignacio Martínez Martínez en una situación “complicada” con tres marineros holandeses quizás tuvo algo que ver con mis precoces pero limitados conocimientos de esa nueva y revolucionaria herramienta llamada "Photoshop" o quizás no. El punto es que todavía no era de común conocimiento el hecho de que se podía hacer esos malabares con las fotos, lo cual llevo no indirectamente al eventual cambio de colegio y código postal de Ignacio Martínez Martínez Martínez Martínez en el segundo curso. Jodé con el gordito.

Arranqué el tercer curso con diez kilos menos y un conocimiento básico de los acordes mayores, menores y séptimos de esa guitarra que mi viejo me regaló por Navidad. Me pasé ese verano alternando entre clases de guitarra con el legendario Kuky Rey, natación, trote y otras actividades que no quiero mencionar ahora porque no sé quién puede llegar a leer esto (léase: masturbación olímpica).

El punto es que la primera década y media de mi vida la recibí con el arranque de una reinvención personal que traería frutos tangibles pero que no me ayudaría a deshacerme del todo de ese sobrenombre que ya no vienen al caso decir en voz alta…por lo menos ahora.

ELIPSIS: Omisión en el relato de una o más situaciones sin alterar el sentido de la historia. Es como esa escena en Forrest Gump cuando lo vemos corriendo a Tom Hanks de niño y de repente de una toma a otra el tipo está corriendo pero ya de grande. Bueno, le metemos una de esas eslipsiseses(sic) acá mismo.

El día que cumplí 22 años sonó por primera vez un tema mío en la radio, esa noche brindé doble y al día siguiente me desperté abrazado a un ciervo blanco proveniente de Areguá que decoraba el jardín de mi “maniyer”. Se pronuncia como se escribe.

Debido a fotos sacadas durante esa fiesta que algún idiota subió al Facebook perdí a mi tercera novia en menos de seis meses. Yo tenía los abdominales marcados y una canción sonando en la radio pero nada de eso fue suficiente para hacer que esa chica me perdone por el nivel de caligulismo emanando de una foto en particular. Nunca se dejen fotografiar con chantilly, cuero y un animalito de granja al mismo tiempo; es la única “moraleja” que se van a llevar de esta historia pero en serio…háganme caso.

La canción se convirtió en una de las más pedidas esa semana y a la semana siguiente yo estaba sentado en la cabina de esa FM hablando al aire acerca de mis “influencias”.

Empezaron a surgir unos toques más interesantes en comparación con lo que veníamos haciendo a lo largo de ese primer año que cumplimos como banda (a mí me gustaba decir que éramos una banda aunque se tratase de mi carrera de solista, a mi banda le gustaba decir que eran solo sesionistas y que estaban de paso. Nada de esto viene realmente al caso y por algo está entre paréntesis que para mí son como los cálculos auxiliares de un relato).

Nos contrataban para eventos cada vez más grandes y pasamos de tocar solo en pubs a ser teloneros de un grupo argentino que había saboreado la gloria a finales de los ochenta, pero hoy tocaban solo en quinces y casamientos de ashá. Acá sin embargo todavía conseguían llenar un polideportivo de fans retro y jóvenes aburridos a causa de la ausencia de cualquier cosa contemporáneamente exitosa en el mundo. Un pequeño desfasaje en el tiempo espacio de lo relevante, cosas con las que uno aprende a lidiar.

La canción de mi autoría que estaba sonando en la radio se llamaba “Ir para venir”, una baladita medio melosa con un solo de guitarra inesperadamente malevo que le tira al tema un salvavidas y evita que este se ahogue en el tormentoso mar de la cursilería. La canción funcionaba. Le gustaba a las chicas, quienes eran las que más llamaban a pedirlo, y a los perros que siempre estaban (y están) buscando la banda sonora adecuada para visitar “Villa Cariño”. Y fue más o menos en este momento de la línea de tiempo en el que ocurrió lo que yo secretamente estaba esperando que ocurriese: Apareció ella, mi primera groupie.

Quedáte en la ficción o bajate a la realidad, ahora es el momento.

Empezó un bombardeo nuclear de correspondencia que me correspondía solo a mí. Ella se llamaba Nachamm, lo cual a mí también me hizo arquear la ceja hasta casi romperla pero la verdad es que ya había escuchado nombres peores (Crisóstomo!). Decía que mi canción le salvo la vida y me profesaba su amor eterno. Les soy sincero, al comienzo me asusté y me vi terminando en varios tarros de mayonesa en la heladera de Nachamm, pero al corto tiempo pasó el susto y me di cuenta que era inofensiva y que realmente estaba enamorada. Recién ahora me doy cuenta del inmenso oxímoron que esa última oración plantea de comienzo a fin.

Por unos tres meses Nachamm era solo un montón de papeles y posts en mi página de MySpace, hasta que un día esas miles de líneas aduladoras tomaron vida y la dibujaron a mi admiradora en el mundo real y tengo que admitirlo aunque me cueste, al trazo de esas líneas le gustaba hacer curvas vertiginosas, y yo en ese momento me encontraba sin freno alguno. Nachamm (MI groupie) era un avión a chorro y yo no podía esconder mi sonrisa ni si me pegaba un martillazo en el meñique.

Todos sabemos cuál es el tema con las groupies y los músicos. Una groupie no es una fan, una fan es UNA fan o UN fan, nótese la unisexualidad y por ende ambigüedad del fan, si es hombre o mujer da igual porque a un/a fan lo que le gusta es la música y de repente hasta se anima a un autógrafo y ya. El sexo no entra en la ecuación. Una groupie es siempre UNA groupie. No existe el UN groupie, no seamos ridículos...

A lo que, en todo un confuso párrafo, traté de llegar es que empecé a tener sexo con mi groupie, era algo inevitable. Yo estaba soltero y ella estaba más buena que Lassie en semana santa (¿?).

Al comienzo los encuentros se originaban después de los, cada vez más frecuentes, conciertos pero al poco tiempo esos escenarios y hasta la música se hicieron innecesarios y la línea invisible entre “groupie” y “amiga” parecía haber sido dibujada con el delineador de un emo en un concierto de Evanescence, y parecía estar desdibujándose con la misma facilidad. La cosa es que ese sexo casual que empezó casi como una novedad, se convirtió en algo bordeando lo obsesivo. Esta mujer me prendía fuego de una manera tierna (es después de frases como esta que vendría bien ese solo malevo de guitarra).

Algo en ella me resultaba misterioso y a la vez familiar, una contradicción bastante importante pero absolutamente válida al mismo tiempo. Poseía un minimalismo en su manera de ser y en todo lo que la orbitaba. Se sentía por momentos como que venía del futuro para ser mi groupie, una especie de Terminator sexual. Le di a todo esto el tiempo de análisis justo y necesario, tampoco uno puede estar desvelándose por una groupie y menos si esta es recién la primera! Entonces dejé que las cosas fluyan y decidí disfrutar de la situación mientras durase. Duró dos meses.

La nota de despedida fue en el mismo papel salmón y con la misma caligrafía azucarada de las primeras cartas, se sentía como que alguien me estaba haciendo “chau” con la mano mientras me decía “hola” con la boca. La cosa era que Nachamm vivía en otro país desde hace muchos años. Había venido a pasar unos meses con su abuela y esa visita, lastimosamente, había llegado a su final. No quiero hablar de ese nudo que sentí en mi pecho en el momento en que vi hacia donde iba la carta. Hay que saber nomás tener groupies, eso fue lo que empecé a teorizar con la mitad de mi cerebro mientras la otra mitad terminaba de leer la carta y todos los “no sos vos, soy yo” y “vamos a darle tiempo al tiempo” que me imaginaba que encontraría cerca del final de todo lo expresado en ese par de hojas perfumadas y de pronto FLASH!…y no, no era la chica del bikini azul. La carta llego a su final y ese final era algo así:

FUE ENDIABLADAMENTE INOLVIDABLE, ME VOY A “IR PARA VENIR”!
BESOTES EN TUS LABIOS DE BUÑUELO…
-NachaMM


Hay un momento en las montañas rusas que todo hombre conoce, es cuando los carritos bajan en picada y sentimos que nuestros testículos suben a nuestro tórax. Leer la palabra “BUÑUELO” en esa última oración tuvo ese efecto en mí y mis “amigos” tardaron unos buenos cinco minutos en descender de vuelta a su lugar indicado. Ahí fue cuando noté que las dos emes en el final de su nombre estaban en mayúsculas y mis amigos volvieron a ascender, esta vez llegaron hasta mi garganta y se quedaron ahí por tres días.

Soy un músico y no soy un detective pero tampoco soy un idiota (en mi mente por lo menos). Esta deducción de exactamente 10 pasos que voy a compartir con ustedes la voy a escribir en la arena y después voy a borrarla para siempre al barrerla con mi pie derecho, lo cual generará un sonido onomatopéyico que se asemejará a esto: PUFFFishhh!

Después de eso, el movimiento de barrida de mi pie pasará a transformarse en un firme paso que vendrá seguido de cerca por otro y me iré caminando en aquella dirección. Les agradecería si ustedes pueden caminar en la dirección contraria y que nunca más volvamos a hablar de esto ni de cualquier otra cosa. Ah, mi CD se llama “Che Schrödinger, a tu gato le quedan 8 vidas!” y lo pueden bajar de mi página aunque estaría genial si van y lo compran.
Ok...estamos listos? Ahí va:

1) Buñuelo

2) Nachamm

3) “Misteriosa y a la vez FAMILIAR”

4) NachaMM

5) Nacha MM

6) Nacha=Nacho=Ignacio

7) MM=Martínez Martínez

8) Ignacio Martínez Martínez

9) Mi primer groupie

10) …………


PUFFFishhh!