domingo, 17 de julio de 2011

Jazz y Zombies: La Teoría de Inés

Ilustración:Valdovinos Torres

NUNCA compres un perro con tu novia.

Las cosas terminan no funcionando y hay que decidir quién se queda con el labrador. Como si no fuese suficientemente triste todo el contexto en el que se desenvuelve tu vida en temporadas como esas también hay un 50% de probabilidades que te quiten a tu mejor amigo. Inés la hizo fácil, llegue un día y encontré una nota escrita muy en su estilo: Me llevo el perro, te dejo el misterio.

Uno por lo general se siente muy estúpido cuando le están enyesando una mano rota por haber pegado una pared de cemento con todas las fuerzas disponibles, sin embargo mientras uno está pegando esa pared tiene todo tanto sentido; Me llevo el perro, te dejo el misterio….POW!

Vvvvvvrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr… (Onomatopeya del REWIND):

Cuando la conocí me habló por 45 minutos sobre una teoría suya que confirmaba que el primer zombie fue Lázaro y que por regla de tres simple podíamos deducir que Jesús fue el responsable de todas las noches de los muertos vivientes y por ende la prolífica carrera de George Romero, ahí mismo me enamoré. Jazzombies!

Se llamaba Inés. Era propensa a querer “chocar los cinco” en los momentos más inapropiados, “Mis pésames en serio, era tan joven….chocá los 5!”. Nos echaban de velorios a menudo y si te pones a pensar esto no era algo necesariamente malo. Era fanática de la ciencia ficción y amaba el jazz, cosa que nos conectó instantáneamente.

A mí me gustaba y me gusta el jazz hasta el punto que te puedo citar algunos nombres, algunos sellos y años de grabación pero lo de ella iba más allá de esos limitados conocimientos sobre un poco de todo que nos vuelven “interesantes” en una cena con desconocidos. Lo suyo era real, ella respiraba jazz y vivía su vida en base a ese código. Según ella el jazz era conocer a la perfección el instrumento que te tocó y permitirte fluir con lo que venga. Improvisar y nunca permitirle a nadie ni a nada tomarte desprevenido. El jazz era para ella la constante afirmación de que si te dominas a vos mismo, podes dominar el mundo. Cosas que le gustaba decir y que a mí me gustaba escuchar.

Me hacía feliz la idea de que exista alguien así y que inexplicablemente sea mía, aunque sea por un momento, porque así como ella creía firmemente en las cosas que decidía creer, yo estaba convencido que toda relación sentimental tiene siempre una fecha de expiración. Si la pareja decide quedarse juntos más allá de esa fecha ya es otra cosa. Yo no estoy en situación de juzgar a nadie, ni siquiera a masoquistas.

En algún momento de esta línea de tiempo se dio por hecho que el mundo era plano. Considero que en el gran fast forward de la humanidad la idea de que en este pasado del futuro hay gente que voluntariamente ata sus vidas a las de otras personas “para siempre” va a ser ponderada con el mismo asombro con el que tratamos hoy de digerir la idea de que los globos terráqueos antes tenían forma de pizza. El tiempo me va a dar la razón así como le dio la razón al primero que se animó a desafiar a la terca planicie de la mentalidad humana y pudo gritar a los cuatro vientos,“Si seguís derecho terminas aquí mismo!”. Inés sin embargo no estaba de acuerdo conmigo, ella apostaba todas sus fichas a que nosotros nos íbamos a encontrar constantemente en el futuro ilimitado.

La teoría de Inés: Lázaro fue el primer zombie. Fue concebido vía un error cometido por Jesús en un momento en el que se le ausentó esa gran responsabilidad que siempre acompaña a un gran poder, “Hey Jesús, las hermanas de Lázaro no creen que podes hacerle vivir de vuelta. Dicen que sos un charlatán…y encima están buenas.” Cuando yo era chico pensaba que la edad que tenía Jesús cuando su aventura se acercaba a su clímax era la de gente sumamente sabia con una capacidad mental lejana a cualquier cosa que yo podía racionalizar en ese momento de mi vida. Hoy que tengo esa misma edad, está de más decir que se me desmoronó por completo esa idea y todas las ideas vagamente relacionadas. Jesús era un treintañero soltero que podía convertir el agua en vino y estaba en un road trip por tiempo indefinido con doce socios. La receta perfecta para el caos.

Lo que Jesús hizo fue sin dudas jazz. Tenía un manejo importante del poderoso instrumento que el destino puso en sus manos, se entregó al momento y dejó que fluya. Permitió que Lázaro se levante y que ande, tapándole la boca a todos los presentes e inventando un género cinematográfico de culto en el proceso. Se vinieron los zombies.

Las ideas de Inés tenían la particularidad de ser disparatadas pero sólidas a la vez y yo me tire de cabeza en toda su ciencia y toda su ficción.

Corte a:

Dos años después Inés metió mi corazón en una licuadora encendida al dejarme por su instructor de Muay Thai. Mis apreciaciones sobre sus ideas cambiaron drásticamente. Variaban desde “que boludez” hasta “chaoloquista de mierda” y de vuelta a “que boludez”. Transité por mi vida sintiéndome un mal cover de mi mismo por un tiempo importante, un melodramático muerto en vida….y si, un zombie. Un zombie con una prescripción para antidepresivos.

Pasó el tiempo y hizo eso que solo el tiempo sabe hacer. Pude eventualmente darme cuenta de que a pesar de haberse puesto zapatos de golf y bailado tap sobre mi alma, me seguía pareciendo brillante y no había nada que podía hacer al respecto.

Pasaron años que vieron ir y venir a novios nuevos suyos y novias nuevas mías. Algunas veces nos volvíamos a encontrar pero los saludos eran más una formalidad fastidiosa que otra cosa. Una pantomima bastante mala, básicamente una pulseada por ver a quien le importaba menos estar en la presencia del otro. Ella siempre ganaba.

Si podía tener el poder de volverme invisible cada vez que la veía lo hubiera hecho todas las veces. Las veces que la vi con alguna pareja y yo estaba solo, las veces que ella me vio acompañado a mí y era ella la que estaba sola, la vez que me presentó a su marido y yo me enfermé una semana, la vez que supe que iba a ser mamá y tuve que desaparecer indefinidamente, irme bien lejos. Ahí fue donde aprendí que la distancia física no significa nada y que lo único que importa es la distancia emocional. Viajar a la India para olvidarte de alguien es como hacer bungee jumping desde el techo de una combi. La distancia emocional es el único camino. Vivir lo más cerca posible de una persona es la única manera de realmente olvidarte de ella.

Todo esto cuando es real es nada más que esto. Un intento de expresar la necesidad de intentar expresar algo. No nacemos con el derecho divino de tener nudos ni desenlaces en nuestras vidas porque estas vidas vinieron sin guión y cuando no hay guión lo único que queda por hacer...es improvisar. Y bueno, esto es básicamente eso.

Solo tenemos garantizado un comienzo y un final, todo lo que pase en el medio depende de nosotros y nunca dejemos que nadie nos prometa absolutamente nada. Toda promesa es una mentira vestida de seda y al que nos diga lo contrario le tiramos huevos podridos a su casa esta noche.

Hay que pelear por los nudos ya sean buenos o malos, lo importante es que sean, que estén ahí donde los podemos ver siempre. Tenemos que producir y dirigir nuestras vidas como si fuesen películas de zombies con bandas sonoras de jazz desenlazándose en el futuro ilimitado de nuestras consciencias, donde esto es solo esto y nada más.

Hasta siempre Inés, gracias por el misterio.