jueves, 22 de julio de 2010

La vez que accidentalmente maté a un hombre invisible

Ilustración: Bautista Aguirre

Mi abuelo fue campeón nacional de esgrima, sin duda uno de esos datos con los que no sabes exactamente que hacer hasta el momento en el que tu abuelo muere, y te deja todas las espadas que alguna vez consiguieron ser las mejores del país.

Y aquí están. En total son 7 pero con una sola el tipo se consagró campeón allá por el ’44, pero a esta altura no hay forma de saber exactamente con cual de ellas fue. Pensándolo bien, realmente importa cual fue la herramienta cuando el hombre fue uno solo? Pregunta demencialmente retórica, por ende cualquier intento de respuesta va a resultar intrascendente al nudo o desenlace de este relato. Hagamos como que nunca paso y vamo pa´delante:

Era el primer día en la casa nueva. El burro por delante que vendría a ser Yo, mi señora y mis dos hijos varones. Patio inmenso, pileta, dos pisos, casa, casita, rancho, PALACIO! Por suerte el trabajo en las oficinas aire-acondicionadas de la sojera se volvía cada vez más tolerable y yo era el favorito de mi tío moribundo. Las cosas iban bien y no existía una razón para sospechar de que eventualmente no irían mejor…………(si, hay un motivo para tanta suspensividad(sic).)

El menor de mis hijos tiene noticias frescas: Papi mira! Le gané al mongo este en el Wii!/ En serio chera'a?! En que juego le ganaste?! En el esgrima del Wii?! Ustedes sabían que su bisabuelo fue campeón nacional de esgrima?? Sabían eso, eh? Chicos? Hey, les estoy hablan…. bueno sigan nomás jugando, ah hay bowling también, que mostro./ Por momentos estoy convencido que ninguno de los dos son míos, pero la sensación es fortuitamente pasajera.

Mi mujer me hace subir la vigésima caja llena de sentimentalismo inservible al segundo piso y le informo que mi espalda acaba de marcar tarjeta por el día. Me mira mal, finjo demencia y me retiro. Por momentos creo que ya no la quiero ver más ni en figuritas coleccionables de ALF, pero esa sensación por suerte también es pasajera…aunque sus pasajes son un poco más caros porque ella exige viajar siempre en primera.

Ingreso a una habitación vacía que alguna vez será mi escritorio y examino las espadas de mi abuelo que están en la única caja abierta, impactantes todas ellas. Testigos de una época en la que el único mundo virtual disponible era el de los sueños. Antes del Wii, antes de internet, antes de las fotos digitales y de los mensajes de texto, antes del chat o messenger o como sea que se llame él y toda su manga de emoticones, ANTES cuando la única manera de enviarle un zumbido a una mujer podía meterte en la cárcel o en un cementerio. Antes cuando decir “Te Amo” significaba poner tu cara frente a su cara y dejar que el posible rechazo flote invisiblemente en los espacios del medio. Antes, cuando la mujer era MUJER y el hombre era hombre con mayúsculas también.

En un repentino arranque, en parte de nostalgia por un mundo que jamás conocí y en parte de un severo cuadro de pavismo crónico, desenfundo una de las espadas campeonas y en un movimiento que me avergüenza admitir que vi en el Zorro (y digo que me avergüenza porque fue el Zorro con Antonio Banderas, y no ese otro en blanco y negro en el que el actor hacia sus propias escenas de riesgo), giro felinamente sobre mis tobillos, concluyo exitosamente una vuelta de 180 grados, extiendo mis rodillas hacia adelante y con todo el peso de mi cuerpo doy una estocada firme a ese aire que hasta hace un momento estaba a mis espaldas y fue/es ahí cuando este relato mundano ingresó/ingresa a la dimensión desconocida de la vida.

El aire vacío (que por algo aire es) me ofrece resistencia. Siento la punta de la espada frenar bruscamente por un segundo y continuar su trayecto en el segundo siguiente. Como si hubiera logrado confusamente superar aquello que detenía un movimiento cuyas intenciones eran las de fluir libremente, como la cara de alguien cuando atropella una puerta de vidrio si es que lo estas mirando desde el otro lado de la puerta de vidrio. El gruñido/grito que acompaño todo este inexplicable suceso tiene su bien merecido punto y aparte.

Ahí está, gracias. El sonido de un hombre siendo herido mortalmente. No hay otra manera de definir lo que escuché en ese momento. Si, experimenté con drogas alucinógenas en mi juventud y estuvo bueno pero no era lo que estaba pasando ahí, gracias por preguntar.

Siento que la espada es tironeada como queriendo escaparse de mi mano derecha y mi primera reacción es estirarla de golpe de vuelta hacía mi. La vuelvo a sentir libre en el espacio que la rodea pero a la par vuelvo a escuchar ese gruñido que esta vez es un poco más prolongado y se va haciendo lejano, como buscando distancia pero aún dentro de esa habitación conmigo.

No - me - muevo. No me muevo cuando escucho los pasos alejarse pero al mismo tiempo ponerse cada vez más pesados, ni cuando veo a la puerta de mi futuro escritorio primero sacudirse como si algo se estrellase contra ella y después abrirse como por (si, voy a decirlo!) ACTO DE MAGIA. No me muevo cuando escucho a los niños que pueden o no ser mis hijos según el sentimiento fortuitamente pasajero gritar porque el inmenso mueble de roble y vidrio en el que mi señora colecciona unicornios de porcelana se tumba repentinamente y casi aplasta el plasma de 32 pulgadas. Los pocos unicornios que sobrevivieron ya no son unicornios sino caballitos y ponys comunes y corrientes, porque aparentemente lo primero en desprenderse siempre son los cuernos (dato a tener en cuenta si uno planea coleccionar unicornios o diablitos de porcelana en algún determinado momento.) Partes del mencionado mueble prevalecieron intactas y considerando su status como reliquia familiar dicho mueble permaneció en la sala por el resto de nuestra estadía en esa casa, casi todo lo ecuestremente fantástico, sin embargo, se pulverizó.

No creo en fantasmas PUNTO. (gracias)
Y menos en los fantasmas a los que uno puede herir de gravedad con un arma de la época de la conquista, porque según tengo entendido el requisito principal para ser un fantasma es estar ya difuntamente fallecido. Los incidentes de ese día los atribuí en pequeña parte a la “locura” de toda la mudanza que teníamos encima, en otra pequeña parte a los infinitos misterios del igualmente infinito Universo (excluyendo los fantasmas) y en una tercera y gran parte se los atribuí a mis hijos, puntualmente el tema del destrozado mueble unicorniano. Después del reto de un cuarto de hora que les dio su madre/ mi mujer, uno de ellos trato de noquearme vía un boxeador de Wii pero su fracaso en el mundo virtual fue recibido por una risa burlona de su padre, aquí en el mundo real. Temas a tratar en su adultez con algún sicólogo futurista que probablemente yo termine pagando.

Les aseguro que no hay nada peor que la incertidumbre acerca de la posible condición de asesino de uno mismo. Esas personas que atropellan a alguien con su vehículo y huyen por lo menos tienen el periódico del día siguiente y los martillazos de su consciencia para aclararles si son o no homicidas. Yo no tenía NADA…hasta que empezó a apestar el palacio.

Ese insoportable olor a putrefacción del cual nunca pudimos encontrar su origen y por ende tuvimos que abandonar la casa al mes de habernos mudado, generó una situación socialmente desagradable para mi mujer, que indirectamente condujo a nuestro divorcio y a la relación de fin de semanas que ahora mantengo con mis hijos, en los que por lo general nos pasamos comiendo McDonald´s y jugando PlayStation3 en mi nuevo loft al cual ellos describen como “facha”. Si ya sé, váyanse a la puta ustedes también.

Hay noches en las que me quedo despierto y me lo trato de imaginar, segundos antes de que su espiritualidad emprenda el camino por el cual su visibilidad ya se le había adelantado. Me pregunto cómo se llamaba, cuántos años tenía, que hacía con nosotros y hace cuánto tiempo estaba ahí. Me lo imagino buscando ese último espacio donde reposar su cuerpo. Un lugar donde deteriorarse sin que nadie lo moleste y por ende volviendo inhabitable la casa nueva de su asesino accidental, una venganza impecable. El ataúd más caro del mundo.

Pienso a veces en que lugar hubiese elegido yo si me encontraba en su situación. Me imagino buscando un espacio tan absurdo en su naturaleza que la idea de siquiera revisar ahí se vuelva inmediatamente descartable por miedo al ridículo y a la manera irrespetuosa en la que trataría al sentido común y/o la razón. El último lugar en el que buscamos es por lo general aquel que está ubicado directamente debajo de nuestras narices, pero cuál podía haber sido? Un lugar cercano, de fácil acceso y con espacio suficiente, un lugar en el que a nadie jamás se le ocurriría buscar, un lugar muy similar quizás…al interior del mueble unicorniano de mi señora?

Touché.

8 comentarios:

  1. Me quede pensando en muchas cosas despues leer esto, desde el gato negro de alan poe pasando por un recorrido visual-virtual de mi pieza para ver con que podria matar a algun invisible. Pensaste en la posibilidad de enviarle esto a los guionistas de los simpsons, podrian adaptarlo para un futuro "especial de halloween"

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  2. buenisimo!!!! primera vez que leo algo tan bueno que mi mente descansa su deseo de anticipar un posible final!gracias por los mejores 7 minutos de mi dia de hoy!!

    Ma. Oliva

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  3. Genial! Apoyo la idea de Arzamendia

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  4. Genial el relato, buenisimo como respondes y/o te diriges en el relato cuando nos preguntamos "sera que esta drogado el man?"

    Lo unico que puedo decir es que vendra oportunamente la mujer maravilla si es que no sigue festejando con superman a latigarte.

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  5. Gracias por leer y por lo comentarios! A ver que dice Homero al respecto. Mauri, no se exactamente a donde vas con eso de la Mujer Maravilla pegándome con un látigo pero me gusta tu manera de pensar.

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  6. pantalones negros ajustados, manchados de sangre y un hilito rojo bajando por su mentón... podían haber sido amigos, yo creo que metió la pata nomás... el famoso (?): morí por boludo...

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  7. Muy bueno Luis!!, me gustaria algun dia leer algo tuyo referente a gatos de Schrodinger jeje, Saludos!!

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  8. Si Lu, vos también andate a la puta. Genial

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